Se supone que me haya ahogado.
Eso era lo que pretendían mis captores
cuando me lanzaron fuera de borda.

Pero viví.

Nadé. Boyé. Se hizo de noche.
Seguí el rastro de una fosforescencia de medusas
y un cosquilleo de plancton,
con su voltaje sabio,
guió mi cuerpo hacia corrientes benignas.

En la mañana
un desayuno de arena blanca en las muelas
y el sol inclemente sobre mi espalda. Read more →