A medianoche
una gota incesante
es el heraldo del insomnio.
Con pasos de muerto viviente
me acerco al fregadero,
en el cual
un cuchillo de destazar
yace con el filo vuelto hacia mí,
refulgente en la oscuridad,
gotas de agua en la superficie de la hoja,
como sudor,
dormidito como un huérfano
que no tiene quién lo arrope
y le desee buenas noches.