Se me ha metido entre ceja y ceja que quiero librar una campaña sucia contra el PLD.

Sí, ombe. Sucia, sucísima. Brutal. Implacable.

Sería sencillo. Ya de entrada soy un genio del mal, de modo que sólo necesitaría instrumentalizar mis infinitos recursos, formar una sociedad ultra secreta, e ir poco a poco reclutando leales y devotos esbirros que procedería a entrenar para diferentes funciones, según sus competencias.

Demás está decir que esta sociedad ultra secreta — que se llamaría, quizá, La Secta de la Mano Negra, o Anarquistas Unidos, o División de Recontraespionaje — estaría equipada con todos los aparatos, tecnología de punta, y servicios necesarios para la vigilancia, monitoreo, falsificación, comunicaciones, hackeo, impostura y disfraz, reeducación, chantaje, soborno, intercepción mediática, propaganda, y demás actividades de nuestra organización.

Cuando mi membresía alcanzara entre 1500 y 2000 participantes, y luego de que todos completaran sus variados entrenamientos, los enviaría a infiltrar el gobierno y el Partido de la Liberación Dominicana para que dieran inicio a sus múltiples y complejos operativos.

El resto sería facilísimo. Los agentes infiltrados en la oficina de la Procuraduría General de la República, por ejemplo, se encargarían de sabotear el prístino expediente contra Félix Bautista que el mismísimo procurador, Francisco Domínguez Brito, ha armado. De esta forma, cuando el incólume juez de la suprema, Alejandro Moscoso Segarra, se viera obligado — por todas las faltas de forma — a pronunciar su no ha lugar, habríamos sembrado entre la ciudadanía una perniciosa duda acerca de la integridad del cargohabiente responsable de defender a la sociedad dominicana en las cortes de justicia. Repetiríamos todo el operativo por segunda vez durante la apelación (sin levantar sospechas) y para rematar y acabar de restar cualquier asomo de credibilidad a los procesos, de manera subrepticia y serpentina lograríamos que se nombrase a la esposa del ayudante personal del procurador como parte del equipo de jueces que decidiría sobre el caso.

Ninguna dependencia gubernamental estaría fuera del alcance de nuestras maldades.
Ninguna dependencia gubernamental estaría fuera del alcance de nuestras maldades. Nos enconaríamos contra el Ministerio de Medio Ambiente y su secretario, el pediatra Bautista Rojas Gómez. Para manchar su gestión, nuestros agentes secretos expedirían a troche y moche permisos para la extracción de arena en playas (en lugares turísticos y no turísticos), para el dragado de materiales de construcción en ríos (desde importantes afluentes a insignificantes tributarios), y para la tala de árboles a escala industrial (muy específicamente en áreas protegidas y reservas forestales). También revocaríamos resoluciones que impidieran la extracción de materiales en distintas zonas sensibles. En nuestros laboratorios secretos, nuestro capaces científicos crearían un clon de José Alarcón, Viceministro de Suelos y Aguas, a quien enviaríamos a Caberete a reunirse con los dueños de granceras y ferreterías que destruyen el cauce del río Veragua con orden de decirles que no se preocupen, que el Ministerio de Medio Ambiente se encargaría de los grupos que protestan en contra de la extracción, y que “nosotros estamos aquí en un matrimonio sin divorcio, debemos trabajar unidos para protegernos y defendernos, pero siempre llevando un orden, un orden para poder seguir aprovechando esos recursos que están ahí, aunque yo les digo que no es un proceso completamente legal“.

Nos ensañaríamos luego con Bienes Nacionales, en donde no se salvaría ni una grapa; con Leonel Fernández, cuyas actividades llenaríamos de paleros vestidos de morado; con OISOE, que poblaríamos de suicidas; con el Tribunal Constitucional, a cuyos jueces secretamente inyectaríamos una fórmula que los inmunizaría contra la decencia, el sentido común y la justicia, y los obligaría a evacuar la sentencia 168-13, ganando para nuestra república el escarnio y el ridículo internacional. Le pegaríamos fuego a Loma Miranda para acabar con su flora y fauna, ya saben, ese pequeño obstáculo que impedía su explotación, y de esa manera hacer creer a la población que el gobierno está dispuesto a hacer lo que sea para entregar el patrimonio dominicano a empresas extranjeras. Lograríamos que un archifamoso narcotraficante comprara e instalara la planta eléctrica de FUNGLODE y financiara la campaña política y las visitas al dentista de Leonel Fernández (sin que él se diera cuenta), todo con el objetivo de desacreditarlo.

Engañaríamos a la ex primera dama, hoy vicepresidenta de la República Dominicana, para que gastara miles de dólares en sombreros, zapatos, y carteras; engatusaríamos a Franklin Almeyda, ministro de Interior y Policía, para que gastara 39.1 millones de pesos en bebidas alcohólicas cuya ingesta podemos dar por seguro, y para que comprara muchísimas motocicletas Harley Davison cuyo paradero hoy día nadie conoce.

Crearíamos irregularidades en el Darío Contreras. Sacrificaríamos once niños en el Robert Reid. Todo para que el gobierno quede mal.

Nuestros artistas y falsificadores se darían vida emitiendo cheques y talonarios que señalaran a la familia de Temístocles Montás como beneficiaria de las bonanzas del erario, y que engañarían a Nuria Piera, nada menos.

Acto continuo lograríamos que el Ministerio Público se hiciera de la vista gorda valiéndonos de nuestras avanzadas técnicas de hipnosis.

Crearíamos irregularidades en el Darío Contreras. Sacrificaríamos once niños en el Robert Reid.
Utilizando nuestras cuentas clandestinas en el Credit Suisse y el Deutsches Bank, sobornaríamos con 3.5 millones de dólares a un coronel retirado de la Fuerza Aérea Dominicana nada más que para ver brincar a Leonel Fernández cuando se viera implicado en el escándalo de la compra de ocho innecesarios aviones Embraer Súper Tucanos por la friolera de $92,000,000… Aviones que luego esconderíamos en el hangar de nuestra base secreta de Isla Beata.

Aprovecharíamos nuestras muy cultivadas conexiones brasileras y la pericia de nuestros agentes, doble agentes, y triple agentes, para orquestar — y luego destapar — una trama de corrupción política y corporativa de magnitud tal que amenazaría con derribar el gobierno brasileño y desintegrar sus instituciones, y todo para golpear de refilón a Danilo Medina, cuyo director de campaña, João Santana, es testaferro de Odebrecht… la compañía favorita del PLD y cuyo director ha sido encarcelado por prevaricación. Lograríamos también que metieran presa a la esposa de Santana, Monica Moura, a quien uno de nuestros francotiradores espetaría un dardo con pentotal sódico para que cantara como un pajarito y denunciara a medio mundo.

Pero lo mejor lo dejaríamos para el final.

Infiltraríamos la graduación del programa de alfabetización Quisqueya Aprende Contigo, sembrando entre los 2,500 graduandos a decenas de nuestros agentes con instrucciones de actuar como mentecatos, de babear como imbéciles, de tartamudear, de hacer el papel de cretinos, y de admitir que no saben leer ni escribir, que no saben porque están ahí, y que tienen la esclavina puesta porque sí. Falsificaríamos todas las listas y diplomas, sustituiríamos los servicios de seguridad del lugar con los nuestros (derribándolos con un golpe de karate y escondiéndolos entre los matorrales), y, la guinda de este suculento pastel, intervendríamos la cuenta de Twitter de Lidio Cadet con un bot de inteligencia artificial (bueno, a ver… “inteligencia”) que arrancaría a tuitear sandeces, pretextos estúpidos, excusas, lloriqueos, palomerías, y ridículos alardes que no harían sino hundirlo más en la ya mugrienta estimación en que el pueblo lo tiene a él y a absolutamente todos los peledeístas.

Dime, lector y lectora paciente, si no es este un plan perfecto.