Trataré de ser breve. Una simple notita escrita en una servilleta para que la guarde en la cartera y la lea cuando tenga una oportunidad. También intentaré ser llano y no enredarla mucho: necesito que me entienda, y usted da la impresión de no entender (o no querer entender) cuando los temas son especialmente espinosos, o cuando las ideas son demasiado elaboradas. El pasado 11 de noviembre, a la postre de una concentración multitudinaria que se reunió en el Parque Independencia en contra del abuso y la corrupción, en el ocaso de un día maravilloso e importante para el país que usted medio preside, se publicaron en su cuenta de Twitter tres tuits muy significativos por cuánto revelan sobre la cúpula a la que usted pertenece… y sobre usted misma. Estos tres tuits forman un solo mensaje. Es este:

Me alegro de corazòn que la manifestación de esta tarde pasara sin contratiempos. En su momento el Prdte Medina y el exPdte Fernàndez explicaràn a todo el pais la verdad sobre la reforma fiscal. No podemos permitir que intereses y manipulaciones afecten nuestros jòvenes ni nuestra sociedad. El pais y nuestro pueblo tienen que estar por encima de todo y de todos siempre.

Me hago dos preguntas. La primera es obvia y debió disparar las alarmas de todo buen lector: si a raíz de la manifestación de ayer, el presidente Medina y el ex presidente Fernández se han visto obligados a “explicar al país la verdad sobre la reforma fiscal”, ¿qué es lo que han venido haciendo hasta ahora? ¿Elaborando una mentira? ¿Enturbiando las aguas? Si la verdad es lo que dirán “en su momento”, ¿qué es lo que nos han venido diciendo? Que yo sepa, las altas instancias de su partido han hablado hasta la saciedad del por qué de la reforma. De hecho, lo único que han hecho es hablar; escuchar es la parte que no se la da muy bien a ustedes. A lo que voy es a lo siguiente: ¿hay algo más que decir, o hay algo que confesar? Es decir, lo que su marido quiere decirnos ¿añade a lo ya dicho, o revisa lo ya dicho?

Entiendo, igual que cualquiera que tenga dos o tres neuronas funcionando, que se ha tratado de un lapsus linguae o bien un lapsus digiti, puesto que el desliz ha sido de sus dedos en el teclado, no de su lengua en el micrófono. A veces, inconscientemente, queremos decir la verdad pero no podemos decirla por tales o cuales razones. La verdad, sin embargo, irrumpe a veces a través de las defensas más blindadas (¿aunque no tan blindadas como la economía?), se abre paso entre conveniencias y pertrechos, irrumpe, se impone, aflora. La verdad es ligerita y oxigenada, flota, y así lo hecho en este tuit en el que, sin ir más lejos, usted confiesa que su esposo y el presidente electo y usted y el comité político del PLD y sus bocinas y sus periodistas a sueldo y sus editorialistas genuflexos y los legisladores postrados y sus zombis de RD$500 y sus lambones y sus lamboncitos y sus lambonzotes y nuestros medios de prensa emputecidos y sus apologistas de a peso y toda la alta jerarquía del gobierno nos han mentido.

La verdad es ligerita y oxigenada, flota, y así lo hecho en este tuit…
La reacción de la comunidad tuitera no se hizo esperar y le cayeron arriba como comején a mata de aguacate. La mayoría de las veces las reacciones tomaron la forma de cuestionamientos muy informados. ¿Por qué decirnos la verdad otro día? ¿Qué momento mejor que ahora? ¿Por qué no decirnos “la verdad” antes de aprobar el paquetazo a la mala? ¿Por qué ese incremento exorbitante del gasto público en 2012? Hace dos años ya Danilo hablaba de déficit, ¿por qué no corregir lo que estaba mal desde entonces? Etcétera. Si yo fuera usted, ante esa avalancha de recriminaciones con fundamento me hubiera sentido… humilde. ¿No le dan la pauta de quiénes son los dominicanos modernos esas respuestas tan rápidas, acuciosas, leídas, astutas y suspicaces? ¿A qué viene querer confundir al dominicano y la dominicana de hoy día con los gañanes semisalvajes que doblaban el lomo en tiempos de Horacio Vásquez? ¿No se da cuenta de que se las ve ahora con ciudadanos y ciudadanas alfabetizados, que leen, que estudian, que tienen maestrías, que han viajado, que surgen de una clase media que se impone a base de sacrificios, no gracias al Estado, sino a pesar del Estado? ¿Por qué no se da cuenta, usted y los suyos, que el tremendo esfuerzo de la gente de este país ha sacado adelante a una generación a la que no se le puede embaucar? ¿Que esa misma generación es quien domina las redes y en algún momento regirá el país? ¿Que por lo menos en el ciberespacio los contrincantes son demasiado formidables para usted? ¿Para cualquiera de ustedes? ¿No sospecha que, gracias a ustedes, gracias a que se les han despojado de todas las alternativas, nadie tiene ya miedo de nada? ¿A qué viene, entonces, la reconvención, escrita con acartonamiento de geisha y condescendencia maternal, en la que acusa a sus interlocutores de “insolentes”?

Siempre he estado dispuesta y deseosa de escucharles por eso estoy en las redes, pero con insultos e insolencia no les puedo entender.

Posiblemente, como miembro del PLD, como primera dama y ahora como vice, acostumbrada a zalemas, carantoñas, inclinaciones de cabeza y demás cortesías y postraciones que hacen las pilas de gente vulgar que buscan congraciarse con el poder, el simple de hecho de cuestionarla le parezca una afrenta insoportable. Y sin embargo, esos son los ciudadanos y ciudadanas que poco a poco transforman el panorama social y político de República Dominicana. Con suerte, a la postre, todos serán así, incluso fuera de las redes: contestatarios, difíciles de convencer, críticos, respondones, discutidores, altaneros, informados, curiosos, motivados. Empoderados. ¡Oh! ¿y no es su vida y su libertad y su felicidad y su prosperidad las que están en juego? No hay otra forma de ser en un estado democrático moderno. ¿Por qué no va acostumbrándose?

Alegar que interpelarla y cuestionarla es una insolencia, es una insolencia. Afirmar que insulta quien ejerce su derecho ciudadano a exigir a sus líderes detalles del manejo presupuestario de la nación, es insultante. Declarar que “no entiende” cuando un tuitero la interroga con la bizarría de quien está apropiado de sus propios medios de análisis, es una aberración. Y es preocupante. Decir que se siente ofendida con el único propósito de callar a quien la interroga, de invocar el deseado silencio, la quietud sepulcral que también desean Danilo Medina, Leonel Fernández y los demás, es un chantaje infantil, pero uno que se riega como la pólvora entre sus acólitos y correligionarios: donde quiera que me meto, veo peledeístas, funcionarios y oficiales desenmascarados que reaccionan ante el desenmascaramiento implorando “respeto” y “tolerancia”. ¿Anjá?

Me recuerdan a los carajos de papi y mami que llegan a las canchas con la bola de baloncesto, empiezan a jugar una cocinita con los tígueres y cuando ven que ya no van a ganar dicen que tienen que irse antes del winning… llevándose la bola. Me recuerdan a los fanáticos más orondos y bocones de un estadio que, perdido su equipo, hacen el camino al carro hablando pestes del umpire y de los desmanes de los fanáticos del otro equipo. Me recuerdan, en suma, a esa gentecita flaca de espíritu, ese muchacherío sin grandeza al que le reconcome y rejode ver cómo se le caen todos los palitos.

¿Usted no comprende que armamos por las redes, en dos días, con confusión inicial de lugar, una manifestación a la que asistieron más de 7,000 personas que no estaban pagadas para estar allí?
Lo cual me lleva a mi segunda y última pregunta. Si, como dice en su tuit, se “alegra de corazón” de que la manifestación del 11 de noviembre en el Parque Independencia se haya dado en orden, ¿porque a seguidas expectora sobre los jóvenes que allí se dieron cita y que dieron ejemplo de gallardía, solidaridad, compromiso, originalidad, imaginación, civismo? ¿Coño, que dieron ejemplo de crianza y corazón? ¿Por qué los irrespeta afirmando que fueron fichas sin alma en un juego de “intereses y manipulaciones”? ¿Porque se presentaron dos o tres pendejos del PRD que son la misma bazofia que los del PLD y que estamos tratando de superar como al dengue? ¿Es que de verdad usted y los suyos están ciegos? ¿No ve que ellos y ustedes son dinosaurios en vías de extinción, pterodáctilos sanguinarios, velociraptors insaciables que un meteorito de juventud pronto matará de hambre? ¿No ve que esos muchachas y muchachos, esos hombres y mujeres de la clase media que se presentaron allí fueron a decir basta? ¿Usted no comprende que armamos por las redes, en dos días, con confusión inicial de lugar, una manifestación a la que asistieron más de 7,000 personas que no estaban pagadas para estar allí? ¿Usted se va dando cuenta de lo que pasa?

El reperpero de bocinas pagadas ha llegado a menospreciar “los dos o tres gatos” que usan las redes. Yo cito un verso de César Vallejo: son pocos, pero son. Y contagian. Y movilizan. Y entusiasman. Y pronto serán legión.

Concuerdo con usted en algo; debemos proteger a nuestra juventud de la manipulación y de oscuros intereses. Debemos, en fin, protegerla de ustedes mismos (y cuando digo “ustedes mismos”, incluyo a ese hermanito de padre que tiene el PLD), y de todos los que quieran, como con su tuit, envilecer sus acciones, azararlas, enfangarlas. También concuerdo en otra cosa: el pueblo está por encima de todos, es cierto… y muy principalmente por encima de ustedes.

¿Sabe algo? El profesor, ese memorable 11 de noviembre de 2012, hubiera estado con ellos.

Caramba. Parece, señora mía, que no he sabido cumplir mi promesa de brevedad y que, en lugar de una nota escrita en una servilleta, he frangollado un manifiesto en el mantel. También noto, revisando mis palabras, que me he vaciado en preguntas. Quizá deba terminar con una. Una pregunta que haga honor a sus tuits. Un pregunta que es al mismo tiempo una invitación: ¿por qué mejor no se calla?